Hace un buen tiempo me correspondió generar una columna de opinión, la que finalmente fue publicada en un medio local, con alguna que otra edición, por lo anterior quiero compartir aquí el texto tal cual fue escrito.
También lo hago con el ánimo de reactivar este sitio que está algo abandonado, ya saben un disperso anda siempre en otras cosas,,,,,,,, por cierto, debo ahora escribir una nueva columna, sugerencias ?
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Discapacidad, inclusión y sociedad
Diversas son las aristas desde las que podemos enfocarnos en la discapacidad, como también diversas las formas para referirnos a quienes presentan discapacidad; personas con discapacidad, personas en situación de discapacidad, personas con capacidades diferentes, entre otras, sin embargo lo fundamental y donde radica la real diferencia es en la inclusión.
Asumir la inclusión de quienes están en situación de discapacidad, requiere como punto de inicio la voluntad, pero por cierto no basta con la buena voluntad de unos pocos, el llamado es a entender la inclusión como parte del derecho de todas las personas en situación de discapacidad.
Nuestra sociedad y todo su ajetreo no nos permite mirar el entorno y nuestras relaciones con él desde una perspectiva inclusiva, tan solo basta con darse una vuelta por el centro de nuestra ciudad para comprender cuán difícil puede resultar para una persona con discapacidad visual circular por la compleja intersección de Barros Arana con Caupolicán, donde imposibilitados de la visión no podríamos distinguir donde termina la vereda y comienza la calle, donde está el límite de la plaza de la constitución y las calles que la circundan. O pretender hacer el ejercicio de acceder cómodamente a los edificios u oficinas para realizar trámites en una eventual silla de ruedas, sin la ayuda de un tercero claro está. O ya estando en la oficina, sin la posibilidad de escuchar o comprender las instrucciones y respuestas del interlocutor que no maneja lenguaje de señas.
Lo anterior es tan solo un ejemplo del cotidiano, pero para superar las dificultades del entorno quizás debemos irnos a aspectos o áreas más esenciales aún, como son la educación y el trabajo inclusivos. Ambas variables fundamentales para el desarrollo de la sociedad y más aún en el ámbito de la discapacidad. Y es aquí donde podemos ser reales protagonistas en aportes a la inclusión.
Incorporar y facilitar el aprendizaje-educación de personas con discapacidad desde un aspecto universal, donde el profesor, docente, administrativo y estudiante hablen y conozcan un mismo lenguaje, entiendan y asuman la discapacidad como una condición y no como un impedimento es necesario. Permitir el acceso a la educación equitativa es un derecho y la ley así lo manifiesta (ley 20.422), pero no es necesario esperar a que la ley lo indique, solo es necesario indagar y conocer los logros obtenidos por un buen puñado de estudiantes con discapacidad que han ido ganando espacios en las aulas de nuestra ciudad, región y país. Ellos son la punta de lanza para un buen otro número que está por venir, y otros tantos que aún miran a la distancia la posibilidad de sumarse a la educación superior que es la antesala de (espero) uno de los últimos peldaños del éxito, la inserción laboral. Si bien la inserción laboral resulta complejo para personas sin discapacidad, debemos tratar de pensar cuan complejo resulta para quien está en situación de discapacidad y tiene las competencias necesarias para ser un muy buen trabajador y por sobre todo un aporte a nuestra sociedad.
Pues bien, el llamado es entonces a estar atentos a nuestro entorno, abrir y facilitar espacios, informarnos, practicar el sentido común y la empatía, pues más cerca de lo que creemos la discapacidad llama a nuestra puerta en busca de inclusión.